Algo semejante a la «paz» se ha instaurado en el Infraoscuridad. Las hordas demoníacas han retrocedido, y ahora las madres matronas discuten sobre el destino de Drizzt Do’Urden. En esto, una matriarca tras otra se va dando cuenta de que, mientras que el drow renegado podría ir y venir de Menzoberranzan, la Ciudad de las Arañas se arrastrará por siempre.
Y así, Drizzt queda libre para regresar de nuevo a su hogar en la superficie. Se arreglan cuentas, se siegan vidas y otras siguen adelante. Para el solitario drow solo queda una última misión: la búsqueda de la paz, de la familia, del hogar… del futuro.
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